003 – Poniendo en orden nuestras prioridades

¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?

(Hg 1:4)

Usualmente aquello a lo que más dedicamos nuestro tiempo y fuerzas es realmente lo que más amamos. No hay duda. Nosotros vivimos en función de lo que adoramos. 

Esto puede ser muy alentador, o muy desastroso si encontramos en nuestra vida que aquello en lo que más nos ocupamos no es Dios y su Reino. Esto era lo que sucedía con Israel al regresar del cautiverio. Ellos habían vuelto con una misión específica; reedificar el templo que había sido destruído por los babilonios, pero contrario a esto, los israelitas se habían dedicado solo a edificar y embellecer sus casas pero no la del Señor. 

¿Pero cuál era el problema? ¿Acaso es malo tener casas bonitas? No. Ese no era el problema. En realidad se trataba de un descuido flagrante por la adoración a Dios. Si no había templo, no había sacrificios, y si no había sacrificios ¿Cómo estaba el pueblo lidiando con su pecado? A ellos les era más fácil ocuparse de sus necesidades materiales antes que sus necesidades espirituales y nosotros no estamos lejos de eso. 

Cuan a menudo nos encontramos embelleciendo la fachada de nuestra vida. Un retoque aquí, otro allá; pero qué escasos somos a la hora de ocuparnos de nuestro bien espiritual. De embellecer y edificar el templo de Dios, nuestra vida en Dios. 

Si tuviéramos que responder a esta pregunta hoy ¿cuál sería nuestra respuesta? ¿Está la casa del Señor desierta? 

Que el Señor nos ayude.