Amando de hechos, no de palabras

Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.

(Fil 4:5)

Nosotros fuimos diseñados para relacionarnos, lo cual implica sobre todo comunicación; es evidente que el pecado arruinó la manera en que eso se ve, sin embargo, sigue siendo un imperativo de parte de Dios que nosotros trabajemos en nuestras relaciones personales.

Dos hermanas en la iglesia de Filipo parece que habían tenido un altercado que había involucrado a toda la iglesia, tanto que Pablo los anima a que permanezcan gozosos y en lugar de aguardar diferencias, dieran a conocer su gentileza al mundo hasta que Cristo apareciera. 

Es interesante ver como el Apóstol relaciona la manera en nos tratamos unos a otro con algo que puede ser dado a conocer, obviamente en un mundo en que la amabilidad y el buen trato no es lo más común. Una marca indudable de un creyente es su trato hacia lo demás, incluyendo la manera en que se comunica. 

A veces el tener que lidiar con nuestro pecado y adicionalmente el pecado de otros nos lleva a ser rudos y toscos en nuestro trato, incluso entre los que compartimos una fe común; y de la misma manera en que la amabilidad se comunica como un buen testimonio del evangelio, por el contrario, el trato grosero y poco bondadoso también informa negativamente al mundo.

En la situación que sea, nuestro trabajo, nuestra familia, nuestra iglesia; en cualquier lugar donde tengamos relaciones, que procuremos tratar a los demás con gentileza y amabilidad.