Pensamientos puestos en altavoz
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Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
Génesis 3:11-12
Tal vez esta imagen les sea familiar. Las manos del niño y su boca están llenas de migajas de galletas de chocolate, pero al ser preguntado por su padre acerca de quién tomó sin autorización las galletas de la alacena, él respondió con sus ojos muy abiertos y la mirada fija: YO NO fui
Tal vez el cuadro se vea tierno y hasta chistoso, pero en el fondo hay una pregunta interesante ¿quién le enseña a un niño de 3 años a esconderse de la verdad de esa manera? La respuesta es nadie, es un mal de fábrica; parte de la inclinación al pecado con la que nacemos.
El relato de la caída es uno de los más centrales en toda la escritura, es la descripción minuciosa y cuidadosamente detallada del hombre desobedeciendo a Dios y su reacción al ser descubiertos en pecado.
Dios pregunta a Adán que si acaso había desobedecido comiendo del árbol del huerto que Dios dijo que no comieran, a lo que Adán respondió con estas que acabamos de leer.
Su respuesta no era con respecto a la pregunta que Dios había formulado, todo lo que contenía no era más que autojustificación, y esta se manifestó en la manera en que culpó a otros de lo que había sucedido. En primer lugar, Adán culpa a Dios y luego culpa a la mujer la cual había desobedecido inicialmente.
Todo lo que quería hacer Adán era aparecer como inocente, aunque eso implicara tener que culpar a Dios.
Sé que no tengo que hacer un gran esfuerzo para mostrar que esta manera de reaccionar al pecado está patentada en nuestros corazones. En cualquier escenario, aceptar la culpa no es lo primero que viene a nuestras mentes. Usualmente pensamos en todos los factores que pudieron intervenir para que nosotros hiciéramos lo que no estaba bien, lo que no era correcto, es algo casi automático, porque todo lo que queremos es evitar ser vistos como culpables, es como un mecanismo de defensa.
El problema con eso, es que nos cierra las puertas a lo único que pudiera verdaderamente librarnos de la culpa; el arrepentimiento.
Cuando hacemos lo malo tenemos dos caminos, el de la autojusticia y el del arrepentimiento, el primero siempre nos resulta más seguro de transitar, peor generalmente no nos lleva a ningún lado, porque no resuelve el problema de la culpa como esperamos que sea resuelto, así que, aunque el camino del arrepentimiento parece más difícil, porque expone lo que realmente somos capaces de hacer, es el camino más apropiado porque su fin es el perdón que si nos libra verdaderamente de la culpa.
Si hay algo que debemos buscar con gran premura es reaccionar con arrepentimiento y eso solo es posible en la medida en que el perdón lo observemos como algo disponible para nosotros. Si tan solo podemos ver al Dios perdonador como el mismo que nos recibe para limpiarnos de nuestra culpa, arrepentirnos será difícil, pero al mismo tiempo la ruta segura. Dejemos pues de buscar culpables por nuestro pecado y corramos a Cristo para encontrar perdón.
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Un día a la vez es un devocional diario de la palabra de Dios y centrado en el Evangelio, en la voz del pastor Jacobis Aldana. Este es un programa de Iglesia Bíblica Soberana Gracia. Santa Marta, Colombia.
Un Dia A la Vez 8 junio, 2020
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